Día: 28 de febrero de 2021
Duración: 9 horas
Ruta en guagua para ir hasta Puntallana y regresar.
Caminata por barranco Nogales: 1hora y 45 minutos de duración y de una dificultad media.
Con la puntualidad de siempre, salimos en guagua desde La Rosa a las 8:30 h. para dirigirnos al núcleo urbano del municipio de Puntallana, situado al noreste de la Isla de La Palma, históricamente considerado como el granero de la Isla.
En primer lugar visitamos la Casa Luján, casa colonial del siglo XVII de arquitectura canaria, que ha sido utilizada, además de cómo vivienda particular, como juzgado, dependencias de la guardia civil, ayuntamiento y escuela. En la actualidad alberga el Museo Etnográfico y Centro de promoción y venta de productos artesanales. En su parte posterior pudimos apreciar de cerca una curiosa construcción, se trata de un pajero de cubierta vegetal, construido por la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico del Cabildo Insular en el año 2015. Este tipo de construcción muy habitual hasta el siglo XIX, de las que quedan muy pocos ejemplos en la isla, se utilizaba en su día como vivienda o como lugar para guardar aperos de labranza.
Por la Calle Procesiones nos acercamos a los lavaderos, conjunto de piletas para lavar a mano, construidas en los alrededores del manantial conocido por La Fuentiña. En este lugar también había antiguamente dornajos para dar de beber a los animales. Continuamos luego hacia La Fuente de San Juan que es un manantial del que brota agua todo el año. Este lugar fue declarado por el ayuntamiento “Rincón por la Paz”, a petición de las escuelas unitarias de la zona este de la isla de La Palma el 2002. Regresamos por la misma calle hasta el templo parroquial de San Juan Bautista, uno de los primeros templos de La Palma, que se encuentra situado en el casco histórico de Puntallana.
Después de tomar el desayuno en la zona recreativa del entorno de la Casa Luján seguimos la ruta en guagua hasta el Mirador de la Playa de Nogales, la playa de arena negra más larga de la isla, y una de las más bellas de Canarias. Después de admirar la belleza del lugar continuamos hasta la Eco finca Nogales, empresa de la familia Piñero de Paz, que ha prestado amablemente sus dependencias para terminar allí esta actividad.
Desde este rincón partimos en ruta a pie por la Cruz de Nogales y, siempre en descenso, llegamos hasta el fondo del barranco del mismo nombre por un sendero muy cuidado y protegido con barandas de madera. A lo largo del recorrido nos vimos envueltos por una vegetación frondosa de barbusanos, granadillos, balos, guadiles, cardones, entre otros, pero lo que llamó más la atención fue la forma y colores del liquen parmelia perlada sobre las grandes piedras lisas del barranco. Regresamos por el mismo camino a la finca ecológica de Rubén Piñero, que nos acompañó todo el recorrido y nos contó sus vivencias de estos parajes de su niñez.
Antes de almorzar Rubén nos llevó a hacer un recorrido por su finca, declarada de agricultura ecológica, en la que se cultivan plataneras, aguacates, mangos, papayas, piña tropical y hortalizas diversas.
Finalizado el almuerzo en el salón de eventos con el que cuenta esta propiedad, se hizo referencia a la Leyenda del Salto del Enamorado, que tuvo lugar en las proximidades de la finca y que es, sin duda, la leyenda más conocida del municipio. Cuenta la tradición que un pastor se había enamorado de una joven doncella que, cansada de sus pretensiones, le propone una prueba suicida para obtener su amor: dar tres vueltas con una lanza sobre un acantilado del barrio de La Galga. El valiente cabrero aceptó el reto y dio la primera de esas vueltas gritando ¡En el nombre de Dios!, la segunda dijo ¡En el nombre de La Virgen! Cuando dio la tercera exclamó ¡En el nombre de mi amada, que ya la tengo ganada!, pero el valiente muchacho perdió el equilibrio y cayó al vacío. Desde entonces el lugar es conocido como El Salto del Enamorado, y se le ha dedicado una estatua al pastor en la Montaña de La Galga. El relato de esta leyenda fue el preámbulo para luego hacer entrega a Rubén y Clara de un regalo de agradecimiento por las atenciones recibidas, consistente en una escultura de aproximadamente un metro de altura, ejecutada en madera de tea sobre un pedestal de piedra basáltica por el maestro José Roberto Martín.
En torno a las 17:30 regresamos a Villa de Mazo satisfechos y encantados de haber disfrutado de los paisajes y la cultura del municipio de Puntallana.
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