Antes de existir carreteras, los «caminos reales» eran la ruta habitual para comunicarse entre comarcas y pueblos. Hoy mantienen su protagonismo, vertebrando la red de senderos turísticos, solapados o no con pistas agrícolas y forestales. En La Palma, el camino de circunvalación insular discurre en su mayor parte por las medianías insulares, tipificado como «sendero de gran recorrido»: GR-130, ascendiendo o descendiendo según la cota de los pueblos y núcleos poblacionales.
Entre otros usos, estos caminos eran la ruta seguida por los cortejos fúnebres en los que el féretro era cargado a hombros por los vecinos, que se turnaban y paraban en determinados sitios estratégicos para descansar, por lo general tras el ascenso de tramos o cuestas pronunciadas. Algunos son muy populares, como es el caso del descansadero del «Llano de los Difuntos» en La Rosa alta, a la altura del cruce del GR-130 con el camino de La Faya, que sube desde la costa de Lodero hasta la cumbre. En ese punto, la asociación cultural Nuevo Surco, con el apoyo del Ayuntamiento de Villa de Mazo, ha restaurado su entorno mediante la construcción de un banco que sirve de oteadero para los transeúntes y un panel explicativo que recupera su significado histórico. El lugar se ha adornado con algunas especies ornamentales, además de plantar en sendos alcorques laterales dos árboles típicos de la zona: un barbusano (Apollonias barbujana) y un mocanero (Visnea mocanera), cedidos por el Vivero de plantas autóctonas del Cabildo Insular, con el objeto de proporcionar sombra en el futuro.
Plantar árboles siempre constituye un acto de generosidad y confianza en el porvenir.
Descanso «Llano de los difuntos»
Era habitual paradero
a la vera del camino
previo llegar a destino:
último descansadero.
También es un miradero
para recrear la vista
donde se para el turista
lo mismo que el del lugar
y el paisaje contemplar
de La Rosa a Buenavista.
Jócamo, 24.I.2025.
Texto y fotos: Pedro Luis Pérez de Paz
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