Peregrinación al Santuario de Nuestra Señora de Las Nieves

Por sexto año consecutivo la Asociación Nuevo Surco organizó una caminata desde La Rosa hasta el Santuario de la patrona de la Isla Nuestra Señora de Las Nieves.

A las cinco de la tarde del 4 de agosto de 2019, la víspera del Día de Las Nieves, con una participación que se aproximó a las ochenta personas, salimos en peregrinación de la Cruz del Monte por el camino real, pasando por la Montaña de La Breña, Las Ledas, Camino de Miranda, donde se hizo una parada para merendar en la Cruz de Miranda, por San Pedro, Buenavista y Velhoco, llegando al Santuario alrededor de las nueve de la noche. A lo largo del camino se fueron sumando algunos caminantes más y una vez en el templo se le hizo entrega al rector del Santuario D. Antonio Hernández de una bandera con el emblema de la Virgen de Las Nieves, con la intención de que sea colocada en día 1 de enero próximo para anunciar que es año de Bajada. En este sentido y entrañable acto de entrega de la bandera en el interior del templo nos  acompañó la parranda “Seis y Media” y la “Agrupación de castañuelas de Breña Alta”.

Nuevo Surco: Romería víspera de Las Nieves /2019

Tarde templada del 4 de agosto. Un año más, Nuevo Surco se va de romería a Las Nieves en la víspera de la fiesta de la Patrona insular. Salgo de casa contento, rumbo al Morro de La Faya. Las cunetas invadidas por hinojos y jediondos dan vergüenza, cada vez son más las cuadrillas de medioambiente y peor la imagen de las carreteras. Cojo un manojo de hinojos y se lo pongo en el parabrisas del coche de Nenita. El niño travieso que todos llevamos dentro, se ha expresado. Feliz, saludo a Maura y afronto la Cuesta de Anselmo, cada vez más empinada. Paso a paso, me digo: esto me va a servir de calentamiento, cuando a mi espalda para don Julián, que me invita a subir al coche. Pues sí, tiempo de caminar habrá, vamos “parriba”.

Tras aparcar, los dos nos dirigimos a la Cruz del Monte, punto convenido para la partida. Nos recibe Rubén con un “¡Coñooo Julián, por fin te vemos en buena compañía; hoy vienes con el catedrático! Ya empezamos, la coñita palmera que no falte. Encuentros y saludos de rigor; puntitas por los comentarios fuera de lugar en el wasap de Nuevo Surco; abrazo a Juan Carlos que me había mandado a freír espárragos hace unos días por escribir boberías… hasta que, mansito, me encuentro con doña Pilar, a la que me acerco en son de paz, dispuesto a saldar la deuda de la excursión, porque la de la Ermita del Lodero me la tiene guardada…

Ambiente amigable y distendido, hasta que don Berto, megáfono en mano, “nos pone firmes” y enfilamos el Camino La Rosa, rumbo a La Montaña. Rendimos homenaje a la Cruz, recuerdos para los vecinos y lectura de la sentida referencia literaria fruto de la inspiración de don Vicente. En el cruce con el camino del Tributo recordamos a don Bernardo y a muchos más que ya disfrutan del canto de los mirlos entre los brezos. Si viviera, seguro que el poeta nos hubiese dicho: “Sigan pa La Breña muchachos, que tiempo de ir pal monte habrá”. La broma no disipa el recuerdo a los seres queridos, pero hay que seguir caminando.

Dejamos la carretera y se estrecha el camino bordeado por loros, acebiños, barbusanos, palos blancos, que invitan a la distracción botánica… hasta que Amadín con su bastoncito de follao me da unos golpitos en la espalda y con buen juicio nos recuerda que todo está muy interesante, pero que don Berto debe de estar llegando a Las Ledas… Es verdad, dejamos atrás la Cruz de La Montaña y a altura de la finca de ¿Sotomayor? alcanzamos al grupo. Las encinas, los antiguos secaderos de tabaco, el patrimonio cultural del viejo latifundio, merece nuestra atención.

Atravesamos La Ledas entre huertas con frutales, tuneras moribundas por la plaga de la nueva grana hasta que, frente a la venta del colgadizo, don Berto explica a los más jóvenes la naturaleza y uso tradicional de los moñicos de burro para encender el fuego, antes de la llegada del petróleo, del gas-butano y de las vitrocerámicas. Interesados, pero sin dejar de echar una ojeada al móvil, se sorprenden del uso pirotécnico de la mierda caballar.

Cruzamos el camino de “Los Chochos”, que separa los dos municipios de Las Breñas y al paso por la casa de Don Felipe, alguien soltó: “Al carajo don Felipe, que el médico es don Amaro”… Con precaución, cruzamos la carretera y a través del camino de Miranda, filosofamos sobre el uso de los granadillos, la enfermedad de las palmeras, el abandono de las medianías, hasta que de repente: Cruz de Miranda. Llegó El Presidente, don Antonio, y mandó a parar. De nuevo la “intendencia surquera” hace gala de su profesionalidad: por aquí, los bocadillos, por allí los bizcochones, el que quiera agua coja una botella y el que prefiera vino que espere un poco… Esperamos, pero agua tengo yo en la mochila, y sobre un bocadillo de chorizo beber agua es un peligro: a mi me corta la digestión…Barriguita llena, corazón alegre. Foto del grupo y vámonos muchachos que se nos hace de noche.

La finca de don Blas Bernal, cada vez tiene menos naranjeros y más aguacateros. Parece ser que ahora “hay mejor marea” para los aguacates, hasta que los de siempre los importen de Centroamérica y los vendan como canarios. Tal vez sean suposiciones teóricas de los mismos que dicen que se traían naranjas de Marruecos y se refrigeraban en las cámaras que el Cabildo construyó en Buenavista para reflotar la agricultura de medianías. Yo qué sé; se dicen tantas cosas, que separar la verdad de la mentira no resulta fácil, pero decir se dicen, y cuando el río suena…

Camino de La Calafata, finca de los Kábana, portada señorial (siempre ha habido caciques, buenos y malos, para qué nos vamos a engañar). De nuevo retomamos la carretera de Los Llanitos y al paso por el puente sobre el barranco hicimos memoria del desastre motivado por el temporal de enero de 1957. Entonces los barrancos corrían, ahora ya no porque no llueve como antes, dicen algunos. Puede ser, pero los ciclos de la lluvia son muy aleatorios y caprichosos, aunque es verdad que el lío que nos traemos con el cambio climático parece abonar la sequía. En cualquier caso, los barrancos conviene respetarlos, porque cuando menos lo pensamos nos dan un disgusto.

¡Oh, pues si ya estamos en San Pedro! Cada vez se parece menos a un pueblo, aunque tampoco es una ciudad, pero ya empieza a considerarse cabeza de comarca y su situación geográfica y estratégica, con sus urbanizaciones y parques comerciales, hospital insular, etc. le restan protagonismo a “la ciudad”, qué dormida en los laureles de la gloria del pasado, con su “carro alegórico” y el encanto de “los enanos”, no termina de asumir que “camarón que se duerme, se lo lleva la corriente”.

En El Porvenir, las huertas de antaño ahora son solares y para ver el tabaco hay que visitar el Museo del Puro Palmero. Nos despistamos un momento para aliviar la vejiga, y cuando regreso observo que se han incorporado a la comitiva caras que me resultan familiares. Me intereso por la hija de Nino Pérez y una señora rubia que me parece reconocer: ¿Qué tal, cómo está su esposo, le pregunto? ¡ Ay Pedro! por favor, tú no te cansas de decir tonterías; compórtate como una persona seria: ¿tú no tienes vergüenza? Sí mucha; todos los que van aquí me conocen y saben que en la vida no siempre las cosas son como parecen ser. A veces, los serios hay que tomárselos en broma y los bromistas en serio.

Carretera de Las Nieves, rumbo al barranco de Juan Mayor, hermoso relicto que nos aproxima a cómo era la vegetación de estas medianías, razón por la que fue declarado espacio natural protegido. Cae la noche y observo que la gente está más preocupada por los olores que salen del Chipi-Chipi, que de los valores naturales del barranco. Tal vez por eso, con buen criterio, la organización tenía programada una paradita en la Cruz del barranco de Los Pájaros, para calmar los jugos gástricos y reponer líquidos. La mayoría reclaman agua, clarita o de colores; otros por miedo al espasmo, solicitamos vino, vinito tinto, que es cordial (bueno para el corazón), antihipertensivo (baja la tensión) e hipocolesterolémico (baja el colesterol)… ya lo dijo don Amaro.

Antes de continuar reparamos qué en el nicho recién remozado de la Cruz, los restauradores, con dudoso criterio, sustituyeron la vieja piedra basáltica tallada de la base de la cruz, que abandonaron sobre la pared del camino, por una fantasía de cemento. Seguro que lo hicieron con la mejor intención, pero nos parece un error.

Continuamos que hace oscuro. Si lo trajeron pónganse los chalecos reflectantes y enciendan las linternas. Los que no quieran bajar la cuesta de Velhoco, sigan por la carretera, pero por la izquierda y con cuidado.

Asomamos al barranco del Río o de Las Nieves, imponente tajo que nos separa de la Ermita que reluce al fondo. Mira qué bonita, entre las palmeras iluminadas…y tiene techo y Virgen, no como otras que conocemos y que amenazan ruina ¿verdad? En qué estaríamos pensando.

Miren los molinos de agua, que llegaba por un canal tras mover las turbinas de El Electrón, la primera central hidroeléctrica del archipiélago. Por cierto, merece la pena visitarla, está apenas a media hora de camino barranco arriba. Está en ruinas, pero el lugar es bonito y hasta se puede disfrutar del agua que corre por una tubería de cemento, en la que han hecho un agujero para meter una tambora y apreciar que el agua, cuando es solo agua, es incolora, inodora e insípida, sin sabor a cloro.

En el barranco, como ya es habitual, nos esperaba el Grupos de Castañuelas (¿se llama así?) de Breña Alta. Maduros, jóvenes y niños tocan animosamente y nos llevan en volandas hasta el frontispicio de la Ermita. En el cielo un casquito de Luna…Es cuarto creciente, le digo a los niños, saben por qué… y una niña, siempre más espabiladas, me dice: sí, porque mañana es más grande. Pedro, cállate y ahórrate las explicaciones eruditas, que son muy aburridas.

En la puerta nos recibe el párroco y en el altar la Virgen, que habla por la boca de don Antonio, que nos acoge con su habitual generosidad. Al compás de la música del grupo de Nuevo Surco, que interpretan una emocionante “virgen morenita”, la directiva de la Asociación y en su nombre don Adolfo Rodríguez, ex alcalde de la villa de Mazo, ofrenda a la Virgen una preciosa bandera, pintada a mano por manos expertas, que ondeará el próximo año en el asta de la Bajada-2020.

Tras la ceremonia de la misa, ofrecida por ¿don Jorge?, un joven sacerdote, inquieto, simpático y muy cercano, recuperamos calorías con unas sabrosas garbanzas, regadas con vino de Mazo, que restauraron nuestras fuerzas y alimentan los ánimos para volver el próximo año, si podemos y la Virgen nos lo permite.

Gracias a todos los que hacen posible el “milagro de Nuevo Surco”. ENHORABUENA.

 

Pedro Luis Pérez de Paz

Octubre 2019

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